En 2023, el mundo del rugby se vio impactado por el fallecimiento del neozelandés Billy Guyton, de apenas 33 años. Cerca de un año después, luego de que la familia donara su cerebro al “banco de cerebros” de la Universidad de Auckland, se confirmó que Guyton padecía encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad degenerativa del cerebro, algo que causó conmoción en la comunidad de la ovalada.
Guyton se había retirado a los 28 años, justamente porque ya presentaba síntomas de alguna enfermedad que le había provocado reiteradas conmociones cerebrales. La ETC es una enfermedad asociada a golpes repetidos en la cabeza en deportes de contacto, y tiene como síntomas principales estallidos de violencia, demencia y depresión.
“Mi mujer y yo estábamos viendo un documental sobre el tema y me dijo: ‘No me jodas, es Billy. Eso es lo que tenía’. Si puedo averiguarlo basándome en un documental, ¿qué demonios le faltaba a todos esos especialistas que vieron a Billy? Espero que su muerte eche por tierra muchas tonterías. El rugby está tan interesado en hacer pasar todo por depresión que están felices de ignorar lo que es obvio”, expresó John Guyton, padre de Billy, durante una entrevista radial.
El de Guyton es el último de varios casos que instalaron la discusión sobre los efectos del rugby en la salud. A fines del año pasado, más de 200 ex jugadores le iniciaron acciones legales a la World Rugby, el organismo internacional rector del deporte, por las lesiones cerebrales que sufren alegando que la entidad no había tomado los recaudos necesarios. Uno de los denunciantes contó que fue diagnosticado con demencia temprana y posible ETC. La enfermedad motoneurona, epilepsia y la enfermedad de Parkinson son otras de las posibles consecuencias de los golpes en la cabeza.
“El rugby es una forma de abuso ya que los niños están sometidos a practicar un deporte que le es perjudicial a su salud y los infantes no están lo suficiente informados acerca de ello”, afirmó el diario británico The Times, a partir de una investigación realizada por las universidades de Winchester, Nottingham Trent y Bournemouth.
Según el artículo, los constantes impactos que se reciben en el juego generan consecuencias neurológicas a largo plazo en quienes lo practican. “Estos choques causan daños cognitivos y aumentan el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y demencia. Son, por tanto, abusivos para el cerebro de un niño”, detalla la investigación.
¿Es peligroso jugar al rugby? La respuesta parece obvia, teniendo en cuenta que es un deporte de contacto. Pero, ¿cómo se puede lograr que sea un deporte más seguro? Los propios ex jugadores que denunciaron a la World Rugby plantearon la necesidad de que se implementen estrategias de prevención de lesiones basadas en los últimos conocimientos, investigaciones y pruebas disponibles.
Federico Caillou, médico pediatra y miembro del Consejo de la Unión de Rugby de Tucumán (URT), aseguró que las asociaciones referentes del deporte ya están tomando cartas en el asunto. “En 2017, la Unión Argentina de Rugby (UAR) creó una comisión especial llamada Rugby Seguro. La principal función del organismo es trabajar en función del bienestar del jugador en todos sus aspectos. Se propuso tener en cuenta tres puntos claves: ‘Jugador Seguro', ‘Entorno Seguro’ y ‘Juego Seguro’”, detalló.
De esa manera, la UAR pretende reducir de manera integral los riesgos del deporte. La comisión generó un paquete de medidas que incluye: la revisión del estado médico del jugador, la necesidad de un campo de juego en condiciones aptas, la presencia obligatoria de ambulancias y médicos en los partidos, un protocolo de acción frente a las conmociones cerebrales y un reglamento acorde a la protección de la integridad física del deportista.
En ese sentido, en los últimos días de enero se anunció una medida importante al respecto. Con el objetivo de reducir el riesgo de contacto de “cabeza con cabeza”, la UAR presentó la Variación Nacional de las Leyes (VNL), en la cual se reduce la altura del tackle para todas las divisiones juveniles del país (de Menores de 15 a Menores de 19 años). La medida propone que el jugador oponente al portador que intenta efectuar un tackle deba asegurarse de que el primer punto de contacto sea en la zona debajo de la base del esternón. Cualquier tackle por encima de esa zona será sancionado.
“Hay que hacer todo lo que se pueda para que el rugby sea lo más seguro posible. Es importante que se practique, porque no deja de ser un juego y es beneficioso para la salud. Es verdad que es un deporte de contacto, pero existen traumatismos al igual que en otras disciplinas. Por eso, estamos trabajando para que el niño aprenda desde las infantiles lo que es el juego limpio y se golpee lo menos posible”, agregó Caillou, reconociendo las implicaciones propias del deporte, pero remarcando la importancia de tomar los cuidados necesarios y seguir jugando.
Fuera del ambiente del rugby, los expertos en neurología coinciden. Mantienen que el riesgo de contraer enfermedades cognitivas producto de traumatismos reiterados existe, pero que no hay certezas al respecto. “En la medicina, dos más dos no es cuatro. No hay estudios concluyentes donde se evidencie una relación directa entre la práctica deportiva temprana y sus posibles consecuencias a largo plazo”, afirmó Andrea Arcos, especialista en la materia.
Además, ante la preocupación generalizada por las consecuencias de los golpes en el rugby infantil, propuso: “los instructores deportivos necesitan adaptar la actividad deportiva de acuerdo a la edad, instruyendo en nociones básicas para tener menor impacto como enseñar a protegerse y evitar caídas. Expresar que aquellos que juegan al rugby desde jóvenes están más expuestos al trauma cerebral que los adultos limitaría la posibilidad de hacer múltiples actividades recreativas que tienen enormes beneficios para el cerebro y la salud en general”.
De esa manera, la neuróloga propuso mantener cierta distancia respecto a las afirmaciones del artículo publicado en The Times que planteaba la idea de que se prohíba el rugby en menores de 18 años debido al riesgo de lesiones cerebrales.
En definitiva, por el momento, los especialistas recomiendan mantener la práctica tomando los recaudos necesarios. Se reconoce que el rugby es un deporte de contacto y, como tal, presenta riesgos que deben ser atendidos. “No hay que dejar de jugar ni se debe tener miedo. Los accidentes existen en cualquier deporte. El rugby bien jugado, con un buen entrenamiento y la protección adecuada, reduce en gran medida los riesgos de tener algún tipo de problema”, sentenció, a modo de conclusión, Federico Pelli, neurólogo clínico. (Producción periodística: Diego Caminos)